¿Cómo surgió la «ñ» en español?

La letra ñ es una letra propia del idioma español. Su origen se remonta a la Edad Media y su origen es muy curioso. En latín, no existían ni la letra ni el sonido correspondiente a la ñ.

A medida que el latín evolucionó y empezaron a surgir las lenguas románicas, como el castellano, el francés o el italiano, apareció este nuevo sonido nasal palatal /ɲ/ que en español identificamos como “eñe”.

Al no existir este sonido en el alfabeto latino, los escribas tuvieron que inventar nuevas formas de reproducir ese sonido en los textos de las lenguas romance, e inventaron tres formas diferentes: nn (anno-año), gn (lignu-leño) y ni (Hispania-España). Por ello, en un mismo texto podíamos encontrar las tres variantes del nuevo fonema.

Los escribas que optaban por usar la forma nn, empezaron a abreviarla, dejando una sola n y poniendo una vírgula ~ encima (el sombrerito tan característico de la ñ). Abreviar la nn “fue una solución para ahorrar pergamino y facilitar el duro trabajo de los monjes escribanos. 

Estas tres formas gráficas ñ- gn-ni del fonema nasal palatal perduraron hasta el reinado de Alfonso X el Sabio en el siglo XIII, en el que el rey realizó la primera reforma ortográfica del castellano con el fin de unificar y economizar la lengua. Y de las tres variantes gráficas del fonema nasal utilizadas hasta ese momento, el rey optó por la letra ñ como única letra para ese sonido.

El castellano y el gallego optaron por la ñ (España), pero cada lengua románica adoptó su propia solución gráfica para el sonido palatal nasal. Así, el italiano y el francés se quedaron con la gn (Espagne, Spagna), el portugués con la nh (Espanha) y el catalán con la ny (Espanya).

El uso de la letra ñ se extendía poco a poco, y en 1492 fue cuando Nebrija la incluyó en la primera gramática del castellano, y así su uso se fijó en el idioma español.

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