Cuando el artículo determinado va inmediatamente antepuesto a un nombre común, este adopta casi siempre la forma el en lugar de la: el águila, el hacha. Esa regla no se aplica si se intercala otro elemento entre el artículo y el nombre, por lo que es la atroz hambre y no el atroz hambre. La hache muda, como se comprueba en los ejemplos anteriores, no impide que se adopte la forma el.
Eso no convierte la palabra en masculina, por lo que los adjetivos y otros elementos siguen concordando en femenino: el aula magna, el arma blanca, con toda el alma, el agua de la que depende el pueblo está contaminada.
Los plurales conservan la forma las: las águilas, las hachas, las anclas, las armas, las aulas.
Mantienen el artículo la los nombres de letras (la hache), los de persona (la Ana de la que hablé) y cierto número de voces de reciente incorporación que se refieren a personas (la árbitra, la árabe).
En los diminutivos de estas voces la a inicial no es tónica, por lo que van precedidas de la (la agüita, la hachita), al igual que en composiciones como la aguanieve.
Con un, algún y ningún se admiten ambas posibilidades: un acta o una acta, algún acta o alguna acta, ningún hambre o ninguna hambre.
No alternan en cambio otro, todo, mucho, poco, demasiado…, ni los demostrativos, por lo que lo adecuado es esta ave, toda área, poca agua, otra habla.
En las siglas, es preferible emplear el artículo que corresponde al desarrollo: la APA, pues es la asociación de padres de alumnos, pero el ALCA, ya que es el Área de Libre Comercio de las Américas.
Esta regla solo se aplica al artículo que va ante sustantivos, no ante adjetivos, adverbios ni preposiciones: la árida llanura, la agria polémica, la antes ama de casa, la hasta ayer diputada.
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