Los sustantivos azúcar o
mar son palabras de género ambiguo,
lo que quiere decir que se pueden usar tanto en masculino como en femenino sin
que ello implique ningún cambio en
el significado. Esta posibilidad es poco frecuente en español, pero se da en algunos casos; además de los dos señalados son
también ambiguos, por ejemplo, ábside, acné, agave, agravante, ánade, apóstrofe, armazón, arte, azumbre,
bajante, canal, chinche, cobaya, cochambre, doblez, esperma, estambre, herpe(s),
hojaldre, interrogante, lente, linde, margen, mimbre, orden, pelambre, pringue,
prez, pro, pus, reuma (o reúma), testuz, tilde, tizne, trípode, vertiente, visa,
vislumbre, vodka (o vodca), etc.
Son varias las razones que determinan la posibilidad de alternancia
en las palabras:
- Evolución histórica: calor o puente admitían el
femenino en épocas pasadas, pero hoy ya
solo se considera correcto el masculino.
- Distribución geográfica: pijama se usa como femenino en la norma culta solo en algunas regiones de
Hispanoamérica.
- Arte es
femenino en el sentido técnico de ‘conjunto de principios para hacer algo’:
arte poética, arte amatoria.
- Causas sociales: sartén,
que en el habla culta es femenino, solo se usa como masculino en las hablas
populares de algunas regiones.
Además, suele
haber restricciones gramaticales y semánticas en el empleo de estos nombres en uno u otro género: mar y arte solo se usan como ambiguos en singular (el/la mar, pero los mares, no las mares; las artes marciales,
no los bellos artes); dote solo
es ambiguo cuando significa en singular ‘conjunto de
bienes que aporta la mujer al matrimonio’ (la dote o el dote),
pero cuando significa ‘cualidades personales’ solo debe usarse en femenino (sus magníficas dotes).
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